31 de julio de 2013

Arribo de un tren a la estacion de Baradero 2012

CUATRICENTENARIO BARADERO: PATRONO DE LA CIUDAD "SANTIAGO APÓSTOL"

CUATRICENTENARIO BARADERO: PATRONO DE LA CIUDAD "SANTIAGO APÓSTOL": PATRONO DE LA CIUDAD (Santiago Apóstol) El santo patrono de nuestra ciudad es Santiago Apóstol y su imagen se puede observar en la Parr...
INTERESANTE  LA HISTORIA DE MI PUEBLO

PATRONO DE LA CIUDAD "SANTIAGO APÓSTOL"

PATRONO DE LA CIUDAD
(Santiago Apóstol)
El santo patrono de nuestra ciudad es Santiago Apóstol y su imagen se puede observar en la Parroquia Santiago Apóstol. Desde ese lugar con motivo de su tradicional novena anual es transportado por los distintos sec­tores de la ciudad. El aniversario de la fun­dación de Baradero está emparentado con la festividad del apóstol Santiago, que se celebra todos los 25 de julio.
Muchos refieren que la figura del santo fue requerida en varias oportunidades como protector de la ciudad, en tiempos de flagelos o de sequías también fue saca­do en procesión para pedir ayuda por su intermedio.
Santiago Apóstol es el patrono de va­rias ciudades del país como Santiago del Estero y la ciudad de Mendoza. Además, es uno de los santos más venerados, su se­pulcro se encuentra en Santiago de Compostela, en España, donde anualmente peregrinan miles de fieles.
Breve reseña histórica
Santiago fue uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Nació en Betsaida y era hijo de Zebedeo y Salomé y hermano de San Juan Evangelista. Jesús llamó a los dos her­manos boanerges (del griego, ‘hijos del true­no’) por su celo (Me. 3,17).
Con San Pedro y San Juan, Santiago tuvo el privilegio de contemplar la transfiguración y la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní. Decapita­do en los tiempos de Heredes Agripa I, rey de Judea, hacia el año 44, Santiago fue el primero de los doce apóstoles en ser martiri­zado (He. 12,1-2). El apóstol Santiago el Mayor es venerado de forma especial en Es­paña, debido a diversas tradiciones que afir­man que predicó en Hispania poco antes de su muerte, así como que se le apareció la Virgen María en el Pilar de Zaragoza y que recibió sepultura en la localidad gallega de Iría. Su sepulcro fue descubierto en el siglo IX, durante el reinado de Alfonso II el Cas­to de Asturias, por el obispo de Iría Flavia, Teodomiro.
En el lugar donde fue hallada su tum­ba, se edificó la catedral de Santiago de Compostela, importante centro de pere­grinación durante la edad media a través del Camino de Santiago. Ésta es la causa de que la representación más frecuente del apóstol sea como peregrino. Su festi­vidad se celebra el 25 de julio y es el pa­trón de España, condición que adquirió en la edad media, durante la Reconquis­ta, tras su supuesta aparición en la legen­daria batalla de Clavijo, momento que ha generado la copiosa iconografía de San­tiago matamoros, montado en un caba­llo blanco y empuñando enérgicamente una espada.

HISTORIA DE BARADERO 13° PARTE EL ESCUDO

EL ESCUDO DE BARADERO
La ciudad tuvo escudo propio a partir de la Ordenanza Municipal N° 368, que data del 20 de noviembre de 1975 y fuera ideada por el padre Oscar Fidel Gener, en ese entonces cura párroco de la Iglesia Santiago Apóstol.
Obviamente que el diseño de este símbolo tiene un significado especial, también establecido en la mencionada norma:
Descripción
1) Forma ovalada, igual que la adoptada por el escudo de nuestro país.
2) Está dividido en dos campos, separados en una cinta de plata de tres ondulaciones que simboliza el río Baradero.
3) El campo superior es de color azul, color clásico de la Argentina.
El color azul representa:
- a Venus entre los planetas.
- de los elementos, al aire.
- de los días de la semana al viernes.
- de los meses, diciembre y septiembre.
- de las piedras preciosas, el zafiro.
- de los metales, el acero.
- de los árboles, el álamo.
- de las flores, la violeta.
- de las virtudes, la justicia.
- de las cualidades humanas, la dulzura, la lealtad, la inocencia y la piedad.
4) Sobre este campo hay una estrella de plata que representa al Apóstol Santiago, patrono de nuestra ciudad. Según la tradición, sobre la tumba de Santiago Apóstol apareció una estrella, de aquí que se le dio el lugar donde está sepultado el nombre de Santiago de Compostela (Campus de Estaella) que quiere decir “campo de la estrella. La estrella queda entonces como símbolo del Apóstol.

5) El campo inferior es verde, símbolo de: Lugar.
6) El verde simboliza:
- A Mercurio entre los planetas.
- De los elementos, el agua.
- De los días de la semana, el miércoles.
- De los meses, mayo y agosto.
- De las piedras preciosas, la esmeralda.
- De las virtudes, la esperanza.
- De las cualidades, la constancia, intrepidez, el silencio, la abundancia y la amistad.
7) Sobre el campo: una espiga de trigo. Representa la agricultura, la fecundidad, el trabajo de los pioneros que trabajaron nuestro suelo.
En la parte superior, la frase que identifica el partido: a través de su antigua
denominación SANTIAGO DEL BARADERO.
En la parte inferior, en banderola, la frase PRIMUS INTER PARES, que en latín significa PRIMEROS ENTRE SUS PARES. Baradero es la ciudad más antigua entre sus pares, de la provincia de Buenos Aires.

HISTORIA DE BARADERO 12° PARTE

Historia de Baradero

Queda expuesta de esta manera la tercera premisa y la genealogía hipotética que nos liega a través de la tradición oral.
La documentación existente nada aprueba ni desmiente la veracidad de estas conjeturas que estamos desarrollando para esclarecer meridianamente el origen de la denominación del pueblo más antiguo de la provincia bonaerense. Por concatenar con su ostentación de Baradero. las autoridades de esta población en e! siglo XIX y ante el requerimiento de investigadores para establecer fehacientemente el principio de su nom­bre, les contestaban con cierta perplejidad y atendiendo a sus razonamientos desde el punto de vista hidrográfico.
Por una nota circular N° 17, fecha 27 de julio de 1882, recibida del Director del Censo de la Provincia de Buenos Aires, doctor don Diego de la Fuente, interrogándolas sobre «Morirá o causa de su nombre», dan respuesta a la misma datada el 4 de agosto de 1882:
«Se denomina «Pueblo de Santiago Apóstol del Baradero»: de Santiago, por ser el Patrono; y del Baradero, se ignora. Recurriendo a una de las acepciones de la palabra Varadero, en el diccionario castellano puede suponerse que deba su nombre a «ser un sitio a propósito para desembarcar en la playa o costa, varando con el bote, sin riesgo de avería».
Se encuentra refrendada la réplica por el presidente de la Corporación, don Julián O’Roarke, como presidente y como secretario, don José Antonio Menéndez. Deduc­ción que extraían de sus deliberaciones y lo enmarcaban dentro de la duda v de las
suposiciones: PUEDE SUPONERSE QUE DEBE SU NOMBRE.
Esa postrera hesitación, como las anteriores, tienen asidero en lo que respecta a la génesis que le otorgó identidad a la población. La verdad, no ha sido develada. La penumbra de la carencia de testimonios lo envuelve en sus celajes.
Baradero tuvo un aditamento: el del santo del lugar Santiago Apóstol. Desde su introducción a la vida del universo se lo denominó Santiago, tal vez por la jornada en que se plantó la picota imaginaria de la fundación. Se le añadió, posteriormente, el Del Varadero o Del Baradero. en su principio indistintamente, ya sea con la letra labiodental o con la labial. En algunos documentos aparece como San Tiago, en otros papeles oficiales de la época del siglo XVII se escribe Santiago (todas juntas las sílabas) del Varadero o Santiago del Baradero. En la portada de los libros parroquiales lugareños y en las partidas se encuentra escrito de diferentes maneras. Como ha habido confusión en la contemporaneidad de nuestros días su designación respecto a su verdadero nom­bre, por una ordenanza que lleva registrada el N° 23 del 2 de julio de 1965, y promulga­da cuatro días más tarde por el Intendente Municipal de Baradero, don Nicolás Juan Carlos Caviglia. y su secretario, don Héctor Gabino Di Ció. con claridad transparente pone coto a esta duda: ¿El partido de Baradero se llama, así. llanamente, o Santiago del Baradero? Claro está que corroborado por el Departamento Ejecutivo todo se cierne dentro de la frontera de la ciudad, no así traspasando su demarcación:
Teniendo en cuenta que el insigne Adelantado don Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias). al disponer la fundación de este centro poblado el 25 de julio de 1615, lo hizo bajo la advocación de Santiago Apóstol del Baradero: que a través de los años, el uso y la costumbre tanto en el orden oficial y popular, ha restringido tal designación redu­ciéndola al último nombre, y considerando que. así como lo ha conservado la Institución Eclesiástica, es deber de las autoridades municipales velar por la integridad de la nomen­clatura originaria, haciendo prevalecer el significado histórico, espiritual y cristiano que por inspiración de nuestros remotos antepasados nos cabe mantener en carácter de an­cestral legado que cimenta el acervo de nuestras tradiciones lugareñas. Por ello, en oca­sión propicia de celebrarse el 350 aniversario de su fundación, e! Honorable Concejo Delíberante, en ejercicio de las facultades que le son inherentes ha sancionado la siguiente
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HISTORIA DE BARADERO 11° PARTE

Historia de Baradero

En el acta de fundación de la ciudad de Buenos Aires, el espíritu cristiano de Don Juan de Garay se pone de manifies­to al expresar en el mismo:
“Hoy sábado, día de San Bernabé, once días del mes de junio del año del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil quinientos ochenta, estando en este puerto de Santa María de Buenos Aires, que es en la provincia del Río de ¡a Plata, intitulada ¡a nueva Vizcaya, e fundo en el dicho asiento e puerto una ciudad, la cual pueblo con los soldados y gentes que al presente tengo, é traído para ello, la Yglesia de la cual pongo su advocación la Santísima Trinidad”.
Si hojeamos «Derrotero y Viaje a España y las Indias», del soldado alemán Ulrico Schmidl, que viniera a establecer a la Argentina la primera creación de Santa María del Buen Ayre, acompañando en su buque al Adelantado don Pedro de Mendoza, en él se encuentran infinidades de notas en que no sólo menciona la fecha, sino el Santo del día en que sucede una situación. «En el día de San Bartolomé», y aclara: «24 de agosto de J535 hemos venido a una ciudad en España que se llama San Lucas…» «En el Día de Todos los Tres Revés en 1535 (6 de enero) hemos desembarcado en Río de la Plata…» «Esto ha ocurrido en el año 1535 y en el día de San Juan…» «Y llegamos en el año 1535 y en el día 30 de setiembre en el día de San Jerónimo…» Partimos de la ciudad de San Vicente en el año 1535 y en el día 24 de junio, en el día de San Juan..» Schmidl, en cada circunstancia de su largo periplo va mencionando, sino la fecha específicamente, la misma hace con el homónimo de la conmemoración onomástica. Esas citas se repiten continuamente, no sólo en este sol­dado germano, sino, principalmente, en las cartas de los españoles y en los hechos materiales de sus fun­daciones, tal el caso, tomado al azar, del Fuerte Cor­pus Christi, porque se memoraba esa cristiana fe­cha. Por todo ello, probablemente, la Reducción de Santiago del Baradero, se ha verificado en un 25 de julio de 1615, más, conjugándose imaginación y ve­racidad, por cuanto no hay indicios ciertos para ase­verarlo. El colocar los establecimientos bajo la advocación de un privilegiado en los altares, es ana­logía con el comportamiento de los españoles euro­peos en sus modalidades. ¿Fue un 25 de julio de 1615 el asentamiento de la Reducción del Baradero? El misterio lo develará la voz del pueblo, que es la voz de Dios. Los tiempos y las genera­ciones lo aceptarán o lo rechazarán, según sus convicciones.
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¿POR QUE BARADERO?
Su génesis permanece en la incógnita. Hipótesis se conjugan para llegar a una consecuencia que tos documentos no aseveran. ¿Por qué Baradero? Cuatro son los rayos que iluminan su posible imposición. Cuatro las teo­rías que se labran para llegar a una solución. En concreto, la nominación Baradero, se encuentra estable en los conos de sombras de las páginas de los siglos como tesoro recóndito e ignoto que la búsqueda incesante del hombre para desentrañarlo no lo con­quista.
Nació como Pueblo de Indios. Su conformación inicial fueron los nativos cobri­zos, hijos de la tierra, recogidos en las islas del Delta del Paraná y llevados por manse­dumbre palabra desde sus lares, cercanos a la ciudad de Buenos Aires, por un clérigo que respondía al de Francisco Arenas. De este modo se consolidó lo que llegaría a ser con los tiempos en una reducción que se gestaba para adquirir los rasgos de villa. Los que la componían fueron indígenas que se establecieron en forma sedentaria bajo la autoridad de un Corregidor y de un Alcalde de aborígenes que eran los contralores de sus actos. Esa casta tenía quien los rigiera, se encontraba baje la férula de un Cacique, al que respondían con obediencia por su soberanía sobre sus cabezas.
Sintetizando la primera teoría que se expone: que los bárbaros tenían un cacique, surge la dubitación prístina con respecto al nombre de la Reducción: Baradero. ¿Por qué Baradero? Por hallarse entre los documentos del siglo XVII un padrón en la que un jefe de familia y sus descendientes se llamaba, precisamente, Baradero. El cacique Baradero y toda su tribu aglutinó una secta muy numerosa y permanente en años. Dada !a conformidad humana que revistieron los contornos de introducción en su adveni­miento, y acorde a su filiación de Pueblo de Indios que adquirió hasta 1780, es decir, en ciento sesenta y cinco años, más de un siglo y medio, bien podría deducirse que la designación de Baradero fue el elemento primordial que lo caracterizó en el futuro. Hasta aquí es la primera ilación que inferimos.
El raciocinio nos lleva a una interesante encrucijada para despejar la nominación del pueblo por su característica peculiar topográfica. Cuando llegaron los indios a estas tierras feraces y vírgenes, al desembarcar, al posar sus pies en suelo extraño a sus cos­tumbres, humedad y légamo de las costas ribereñas, columbraron de presto altas ba­rrancas, una de ellas, la que se conociera como «el cerrito», situado expresamente en la que es la última vivienda sobre la Avenida San Martín y Almirante Brown, esquina donde se dobla hacia la izquierda, que fuera demolida en 1922 con el fin específico de dar paso al progreso: la construcción del puerto local. En ese «cerrito», como de cua­renta metros de altura, y elevadas barrancas, los situaron, construyeron sus moradas. Desde las cúspides de esas pendientes donde se erigían sus tolderías, debían dibujar camino para llegar a la costa en busca de la manutención diaria: en la práctica de la pesca y de la caza de los animales silvestres que abundaban, proveerse de la leña para el fuego y el agua para saciar su sed y sus necesidades más perentorias. Ese sendero, en su andar constante, perfiló un descenso obligado; se tomó una bajada imprescindible: en un «Bajadero» hacia el río, que ellos transitaban de arriba hacia abajo y viceversa, cotidianamente: un «Bagadero», como ellos lo pronunciaban incorrectamente y sí en forma irregular, por no poder articular la jota ni la ge. Esa confusión fonética bien pudo, con el transcurso de su parlar constante y de su traslación continua, mantenida en comu­nión con sus congéneres y con los españoles que les protegían, tergiversar la palabra y surgido el nombre de Baradero, permutando la tercer consonante.
Esta versión, presunta en su hipotético discurrir hacia una verdad insoslayable, ha sido ratificada y confirmada a través del relato de un chaná, descendiente de los fundadores indios, que felizmente hemos rescatado, y se argumenta del tenor que se reproduce:
En Baradero cuando su fundación no estaba situada en el lugar que le conoce­mos, sino en el talar del cementerio, y los indios para construir sus ranchos tenían que vadear el río a fin de buscar paja con que techarlos, pero para subir la barranca sobre cuya cima estaba situado el pueblo, la cuesta era muy empinada y penosa la subida, entonces se fueron acercando paulatinamente hasta llegar a un «buen bajadero». por el cual les era más fácil subir los materiales de construcción que necesitaban para sus viviendas, y de ahí nuestro pueblo tuvo su nombre.
Aunque parezca algo insostenible y su referencia de precaria solidez, no obstante ser un aporte más a esta mira de desentrañar el misterio de por qué Baradero, la inserta­mos y meditamos: Este pueblo en su gestación tenía sus postas donde se detenían los carruajes portadores de gentes y donde se remudaban las cabalgaduras. Era, en síntesis, esos mojones, un «Paradero» obligado; un lugar de descanso y término inmediato de un largo transitar. Según algunos, ese«Paradero», sufrió una corrupción en su conti­nuo mencionar y de ahí nació el nombre de Baradero. Es otra de las distintas disyunciones para acercarnos a descifrar y pensar.

HISTORIA DE BARADERO 10° PARTE

Historia de Baradero

En virtud de la comisión que Vuestra Excelencia se digno mandar cumplie­se en el Pueblo del Baradero, en el que estube sinco meses; Doy Parte a Su Exce­lencia, el estado de dicho Pueblo, y el modo de vivir de aquellas Jentes; indios netos no ay ninguno. La maior parte de los ombres son mestizos, mulatos e Indios de Córdova, Santa Fee, Santiago y tucumán; Los guales han casado con aquellas mugeres, que estas no son Indias lexitimas fundadoras: y también ay de otras tierras. La maior Parte de estas Jentes viven en una suma Pobreza porque son tan inútiles que no travajan en sembrar cosa alguna sin embargo de tener terreno quanto quieran, de que resulta haver muchos Ladrones, pues muchos de ellos se mantie­nen de lo que Rovan; tienen hijos varones, y mujeres, a las mujeres las exercitan en mandarlas continuamente a Caballo montando como montan los ombres, car­gando agua y otros exercicios, de modo Señor Excelentísimo que a los pocos años ia lloran estas su virjinidad pues ay allí tanto ombre os/oso, y muchos de otras Partes que allí se agregan por ser un Rincón, bien podra informar esto mismo el 8 Cura del Pueblo; Muchas mujeres solteras nada exercitadas al travajo, y muí dadas a la Livertad, y toda la/a de vicios; Los hijos e hijas de unas, y otras los traen deznudos; Con el abrigo de aquellas Jentes no es otra cosa aquel Pueblo que una madre de forajidos que llevan rovada la hacienda ote los-vecinos^asendados dwtjsp aquellas inmediaciones como continuamente lo están llorando; Ay algunos, y. son, ;’:” contados que tienen sus animales, siembran, y son ombres de bien; El terreno es según dizen una Legua en cuadro* de modo que han querido algunos¡.españoles poblarse por el alivio de la Iglecia y aquellos no lo permitían, hasta oy que con el motivo de no haver quien lo impida se quieren Poblar; todo lo que a Su Excelencia llevo expresado es constante, y notorio a toda aquella vecindad, y quanto puedo Informar. Buenos Aires, y Diziembre 19 de 1780
Excelentísimo Señor
GAVINO DÍAZ Y NAVARRO
Para rematar este espediente formado por una misma idea y un solo deseo, ante la carencia de autoridad y aplicar leyes, el de implantar un Corregidor Español, en el_ entonces pago, la sentencia del abogado fiscal imprimiendo la necesidad de su realiza­ción ala brevedad.
Excelentísimo Señor
El Abogado Fiscal de este Virrey nato con reconocimiento de este expedien­te, informaciones y representaciones contenidas dice: Que de todo se comprehende la urgentísima necesidad de poner el Pueblo del Baradero al cargo de un Corregi­dor Español de conocido zelo, conducta y desinterés que dedicado a la Administra­ción de Justicia y gobernado por las reglas de la verdadera policía y economía, procure con todo esmero revocara los moradores del pernicioso libertinaje con que se manejan, de sus propenciones a hurtar, homicidios y otros vicios, entre los guales, no ha podido medrar jamas, sin embargo que su fundación en el concepto Fiscal es bien antigua.
Para tomar esta importante Providencia no obsta el título que hasta ahora de Pueblo de Indios porque según se hace constar, son mui pocos o ningunos, los Indios Naturales del mismo Pueblo que le habitan, haviendose subrogado en lugar de ellos, otros Individuos de castas mixtas, que no gozan igual privilegio, fuera de que guando aun se conservacen algunos Indios descendientes de los primeros pobladores, sería indispensable la execusión del mismo arbitrio para corregir los desordenes que se cometen, y han cometido, mientras se ha governado por Alcal­des Indios, siendo lo mas escandaloso que el ultimo ande oy prófugo por la muerte • que executo en la persona de Juan de la Rosa Carmona: En esta atenzion Vuestra Excelencia, siendo servido podrá nombrar Corregidor de las calidades referidas, despachándole el correspondiente titulo, para que puesto en pocesion de su cargo, remita primerante un estado de su situación, numero de vecinos, poseciones que gozan, extensión, exido, y tierras que le eran señaladas por los documentos de su fundazion, con las demás noticias que concidere útiles, para propender al restablesimiento de aquella Población y su succesivo aumento sobre que Vuestra Excelen­cia determinara lo que sea de su Superior justificado arbitrio y hará mejor lugar en justicia.
Buenos Ayres y Diziembre 20 de 1780
D. PACHECO
Vértiz, parsimonioso leyó esta longuísima relación. La meditó profundamente y comprendió lo beneficioso para todos los habitantes del dicho pueblo del Baradero y el efecto que produciría su cambio. Aceptó la erección de las parroquias, que se verificó el 28 de setiembre de 1780, y. su péñola dio impulso a la petición formulada. En el año de 1780. con su resolución concluía una era, la primera etapa en la Reducción del Barade­ro. Abandonaba su prístino nombre de Pueblo de Indios y se trastocaba en Pueblo de Españoles.
La villa fue creciendo, progresando, fecundándose dentro de mi periferia Si bien era paulatino el adelanto, se percibía claridades y efluvios de existencias dinamizadas.
Los indios, según las necesidades manifiestas en el pueblo, se exceptuaban del estado militar. Era condición sine qua non la de trabajar en alguna obra pública que sirviera de provecho en e! lugar. Un ejemplo de ello nos la da la carta datada en 7 de setiembre de 1790 el cura del Rincón de San Pedro e interino del Baradero, Pbro. don Joseph Manuel de Ro, y el Síndico del Baradero. don Antonio de Magallanes, que envían al Comandante de Frontera:
Suplican que la Compañía de Indios del Baradero interin sus indios estén ocupados en la fábrica de la iglesia, y la familia, y domésticos del Sindico, queden libre de toda fatiga militar.
Por decreto de 11 de octubre
Se le concedió con la calidad de que el cura remita al Santuario Mayor del Partido Luna de los Tales para evitar de otros, y que los comprendidos quedarán por ahora exentos mientras no ocurra urgencia prestándose al decreto al cl man­dante de Frontera..
Bien es sabido que había un batallón de naturales, compuesto, como mi mimbre lo indica, de indios En ello se encontraban comprendidos todos los hijos de la tierra, o sean los indígenas americanos. El 6 de agosto de 1798 se reitera la excepción de los etnias a militarizarse bajo la bandera peninsular, siempre que una fuerza mayor los amparasen. En la fecha que consignamos e! Comandante de Frontera responde a una nota del sacerdote de Baradero en estos términos:
Habiéndose accedido a la solicitud del nuevo cura del Baradero, doctor don Feliciano Pueyrredón. de que eximiéndose del real servicio la compañía de milicias denomi­nada de naturales de aquel pueblo, se destinen kuk individuos a los trabajos de la obra ayuda a la iglesia, se le previene así lo verifique bien san respecto al todo de la misma compañía, o ala mayor parte de ella que fuera dable.
Surgió la Reducción de Santiago y se moldeó a Baradero, mas sin partida de nacimiento. Fecha cierta de su aparición en el concierto de los pueblos no existe. Docu­mento alguno que mencione su advenimiento al mundo, tampoco. Veladamente y por epístola que Remandarías enviara a su majestad cesárea un 25 de mayo de 1616. al expresar:
el año pasado di cuenta a V.E. del estado en que hallé estas provincias y el que le comencé a dar así en la Reducción, conservación y buen gobierno de los naturales, existe la posibilidad que su fundación proviene desde un año atrás. ¿.Fue efecti­vamente un 25 de julio que los enviados del Gobernador plantaron simbólicamente el rollo o perullinos, signo de justicia y base angular del establecimiento de un sitio a poblarse? Si analizamos desmenuzadamente esta premisa se podría presumir que tal hecho fundamental se produjo en esa jornada, ajustándose a normas que guiaban las existencias de los conquistadores en sus erecciones. Sumamente religiosos, tenían fer­vorosa fe católica y la estrella que los alumbraba reflejaba su luz en los hitos que insti­tuían. \7erbigracia: el estrecho de Magallanes, se le llamó De Todos los Santos, porque fue precisamente en ese día, el 1″ de noviembre, que se lo descubrió. La ciudad de Asunción del Paraguay, fue fundada un 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen María. Santiago del Estero, debe su nombre a la celebración de Santiago Após­tol, un 25 de julio, en que tuvo su parición en el cosmos.

HISTORIA DE BARADERO 9° PARTE

Historia de Baradero

Estructurada la Reducción y formada la villa, se le llamó a Baradero: Pueblo de indios de Santiago del Baradero. Así fue conocido y así lo inscribió el Obispo don Cayetano Marcellano y Agramont en la primera hoja de los libros parroquiales cuando llegara a esta incipiente población el 26 de junio de 1756 blasonándola como vice pa­rroquia a la iglesia y curato que la componía. Los hispanos no se conformaban con este aditamento, querían que el lugar fuera subrogado a dominio de la Corona, es decir, pueblo de españoles. Sin embargo, tuvieron que pasar más de una centuria y décadas antes de revenirlo, pese a las reiteradas reclamaciones a la Diócesis de Buenos Aires. Habiendo ocurrido la visita pastoral el 19 de octubre de 1779 del Obispo Doctor don Sebastián Malvar, una vez más se afanan los ibéricos para permutar su denominación de pueblo de indios a pueblo de españoles. La conferencia resultó fructífera. Monseñor Malvar asintió a los pensamientos de quienes a su consejo se acercaron y expusieron y, el mismo prelado, en concienzuda nota al Virrey don Juan José de Vértiz y Salcedo, fechada en 19 de junio de 1780. al respecto se explaya y propone ¡a división de parro­quias que serían: Baradero, San Pedro. Arrecifes y Pergamino: refiriéndose a la primera de las nombradas, expresa:
La iglesia del Baradero está erigida en parroquia; pero por causa de/ río de Arrecifes, y razones expresadas deben ser sus términos distintos de ¡os que eran antes; y serán desde el río del Arrecifes hasta la cañada honda y desde la costa del Paraná, hasta la estancia de los padres betlemitas… (con la) Cañada honda, la que reincorporada al distrito del Baradero de donde ya fue desmembrada será de este curato regular: y se adelantará mucho, y será grande el pueblo aboliendo e! nombre de Curatos de indios subrogándole el de Españoles con lo que se evitarán varios desórdenes, que actualmente sucede, además que los pocos indios que hoy se conservan en aquel paraje o son transmigrados de Santiago del Estero, Misiones, y otras partes o mulatos del partido de los Arroyos, todos los que son incapaces de alimentar cura, y por otra parte los españoles habitantes en aquel paraje quieren hacer parroquia, siempre que a la misma se le saque el nombre de parroquia de indios con los que normalmente quedaría abolido el pueblo de indios como lo está en el día el de los calchaquí en la jurisdicción de Santa Fe, que no pudiendo ellos solos conservar cura quedaron sin él, y se agregaron al de Coronda.
El Baradero pues deberá quedar curato de españoles y los indios respecto a que no son ya naturales, no podrán pretender preferencias de asientos en la iglesia a los españoles, ni en las procesiones, y más funciones públicas, ni se llamaría iglesia de indios, sino de españoles, y si a V.E. le pareciera conveniente abolirá también el nombre de Alcalde de Indios haciendo que todos queden sujetos a la justicia ordinaria, y que puedan poblar allí los que quieran.
La solicitud del que fuera objeto el Obispo Malvar venía ratificada por un acon­tecimiento anormal que ocurría en la villa la que se encontraba en esos momentos sin un freno a sus desenfrenos morales, tales como un Corregidor Español, el que se solici­taba, o un Alcalde de Indios, que se encontraba prófugo por un homicidio cometido y sentenciado a una pena capital. Corregidor era en la antigüedad un magistrado, especie de gobernador que tenía facultades amplísimas de administración y judiciales.
Los indígenas primitivos, los fundadores, por anacronismo de más de un siglo desde aquella vivencia milagrosa, habían desaparecido, en la fecha se encontraban sus sucesores y los emigrados de otras provincias. Carentes de autoridad e inclinados a la vagancia, a la holgazanería y a los vicios del juego, la mayor parte de ellos, la población mostraba un aspecto convulso en sus dirigencias; un caos reinaba. Los habitantes, sin guía ni justicia por la que se rigiera, recorrían los senderos ociosos y plenos de llagas putrefactas que inmunizaban sus rectos pasos y sus espíritus nublados no diferenciando el bien y el mal, valorando ellos esta postrera acepción más que a la bondad de sus posturas.
Seguidamente hemos de reproducir tres importantes testimonios donde se de­manda urgentemente la imposición de un corregidor Español para desviar el rumbo equivocado de los indios díscolos y desobedientes realizando sus operaciones arbitra­riamente contrarias a las buenas costumbres. Primeramente es la palabra señera y confiable del doctor don Juan Francisco de Castro y Carreaga, cura y vicario interino del Pueblo del Baradero. quien confiesa trémulo y dolido esa situación anómala imperante.
Buenos Ayres, mayo 16 de 1760.
Vista al abogado fiscal.
Excelentísimo Sr. Virrey.
El doctor don Juan Francisco de Castro y Carreaga, cura, y vicario interino del Pueblo del Baradero doi parte a Vuestra Excelencia del total desamparo, en que se halla este pueblo en orden a quien administre justicia. A esto me mueven los frecuentes notables desórdenes, que experimenta dicho pueblo con notable perjuicio de ambas Majestades. Por que ni yo puedo hacer cumplir la Ley de Dios a muchos díscolos, para quienes es necesario el brazo de la Justicia, ni esta hace su deber en lo político, por fallar un sugeto, que la reparta con la equidad, que se requiere para el servicio de Dios, y respeto del rey.
Sucede, Señor Excelentísimo, que días pasados hizo aquí una muerte el mismo que citaba con la vara de Alcalde, y fueron sus amigos los mulatos del pueblo (que indios ya no los hay), que quisieron poner en sus manos el govierno, para que siendo un pícaro como ellos, no zele la honra de Dios, ni haga servicios a la Justicia, castigando sus maldades.
En fin Sr. Excelentísimo en esto de muertes no me intervengo, porque no me compete, y supongo a Vuestra Excelencia bien impuesto en el porque. Por lo que a mi me toca por razón de mi Pastoral oficio suplico a Vuestra Excelencia se digne proveer un Juez Español el qual sea vecino del partido, para que mantenga en quietud, este Pueblo, que a la verdad es un conjunto de Bandoleros, apadrina­dos con los fueros usurpados de Pueblo de Indios. Y porque Vuestra Excelencia tenga masa mana los sugetas aptos para este ministerio halla según Dios, que los ~ que pueden ser nombrados para este restablecimiento son los siguientes: Dn. Jus­to Sosa, Dn. Melchor Pinto, y Dn Josef Martínez. Estos Señor Excelentísimo son sugetos en quienes he reconocido la independencia, el zelo, la gravedad, y demás circunstancias, que sino fueran importantes estos Vuestra Excelencia determine otro, u otros, que le parecieren más al intento Mi fin solo es, como llevo dicho, la honra de Oíos, y de nuestro Monarca que Dios guíe y a Vuestra Excelencia muchos años.
Baradero y mayo 16 de 1780
Excelentísimo Señor
DR. JUAN FRANCISCO DE CASTRO Y CARREAGA
Enterados que hemos sido de la forma desordenada y confusa en que se estaba viviendo, vaya la descripción de un delegado del Virrey Vértiz que convivió en el re­ducto por espacio de cinco meses auscultando los más mínimos detalles de esa sociedad para su transmisión escrita y minuciosa a Su Excelencia. El señor don Gavino Díaz y Navarro pone todo su énfasis en dar crédito a las frases emanadas del clérigo y aconse­ja, asimismo, el establecer una potestad hispana para sanear y controlar en justicia el modus vivendi de los naturales.
Buenos Ayres 19 de Diziembre de 1780
Excelentísimo Señor Virrey.

HISTORIA DE BARADERO 8° PARTE

Historia de Baradero

Por carta que de este puerto despaché a los 20 de julio del año de 1619, di cuenta a V.M. de la averiguación que hice sobre las tres reducciones de indios, de su jurisdicción, y de sus costumbres, modo de vivir y proceder y envié un testimonio de ello. Remitiendo hacerlo con mayor distinción y certeza y de las demás que están en esta provincia, habiéndolas visitado por mi persona, comenzado por tres y no he proseguido porque en este tiempo del verano es necesario mi asistencia en el puerto por ser en el que pueden venir los corsarios. Pasado lo continuaré y daré relación de ello a V.M.
En la reducción de San Tiago del Varadero que el más antiguo cacique es don Bartholomé de nación guaraní. Se empadronaron 63 indios cristianos, 11 infie­les, 58 indias cristianas, 7 infieles, 58 muchachos y muchachas de la edad referida. Bautizados los más de ellos. Son todos 197.
Habrá cuatro años que los trajeron a esta reducción de sus tierras donde estaban siete leguas de esta ciudad por mandato de Hernandarias de Saavedra mi antecesor. Esta reducción está menos desordenada aunque su asiento es enfermo por ser el sitio pantanoso. Mala agua poca leña y el pescadero está desviado tres leguas. Difieren un poco de los otros indios aunque siembran maíz y tienen sus casas cubiertas de paja. Tienen una iglesia grande de tapias cubiertas de madera de sauce con paja.
Guarde Vuestro Señor la Real persona de Vuestra Majestad como la cris­tiandad y sus vasallos lo hemos menester.
Bs. Ayres 2 de marzo de 1620.
DON DIEGO DE GÓNGORA
Un interrogante fluctúa y, el mismo, es una incógnita que hace presumir y no constatar por cuanto no se ha declarado en documentación alguna. ¿Dónde se estableció el primitivo asentamiento de aborígenes, base de la Reducción, primero, y pueblo después? Las conjeturas son numerosas pero lo veraz no aflora, sólo son vagos indicios y a ellos nos remitimos sin confirmarlos. La Reducción, según menciona la tradición, se había situado en un pequeño monte de talas, por donde es ahora el actúa] cementerio, sobre las altas barrancas del río. Representaba, por ende, un lugar inaccesible, casi, para el trabajo diario del indio, por cuanto !e resultaba dificultoso su trajinar en el transpone de todo lo que le era menester para su manutención, como el de conducir las provisio­nes, el agua, la leña, el ir y venir a pescar, llevando todo ese bagaje hasta sus enramadas sobre las cimas de las barrancas. Este ejercicio arduo de bajar y subir hasta sus malocas le producía a su existencia cotidianamente, fatiga, cansancio, escollos para su desenvol­vimiento natural. Observando las anomalías de las que eran partícipes los pacíficos moradores, el Corregidor don Bartholomé Pintos entonces fue que mandó que se corrie­ran más al noroeste, o sea donde las barrancas se suavizaban, y el acercarse a la costa se podía ejecutar con menor esfuerzo. Dado lo cual, se logra afirmar, sin dubitación algu­na, que la fundación de la Reducción y Pueblo tuvo sus orígenes en la ribera sobre las quebradas cercanas al actual puerto. Frente a estas laderas comenzáronse a construir los ranchos en forma irregular, alineados en calles como lo dispusiera su Administrador, delegado de Hernandarias, quien ejercía funciones militares y civiles, entregando a cada uno de sus habitantes de esas rústicas chozas una parcela de 25 varas a la calle y 40 hacia adentro, con el deliberado propósito que se sembrara y se plantaran árboles, tuvie­ran animales de pluma y otros ejemplares que les sirvieran de víveres. Las mercedes concedidas, que fueron mandas del Gobernador criollo, trajeron numerosas familias de identidad españolas las que se afincaron y engrosaron el caudal de vidas de raza blanca que se integraron a la autóctona etnia del país. Esta gracia llevaba implícita una condi­ción amplia y generosa y única: que levantaran casas, o sean los ranchos de paja y barro. Abandonando por unos momentos el periodo colonial y entrando de lleno a la época de la independencia, fijemos nuestra atención en la estadía que hiciera en Baradero el explorador y naturalista francés don Alcides D’Orgibny, quien pisó esta tierra duran­te los días 16 y 17 de setiembre de 1827, dejando de ello un tétrico recuerdo, al descri­birlo:
«En el pueblo del Baradero que no tiene sino veinte o treinta tristes ran­chos, compramos un buey. El pueblo tiene tres pulperías en las cuales se reúnen todos los haraganes y asesinos de los contornos».
La facilidad otorgada paulatinamente se fue cubriendo con doscientos cincuenta habitantes, en 1761, que se situaron en el radio urbano, o sea en lo más representativo de la actual ciudad de Baradero, los alrededores de la actual Plaza Mitre, que en sus principios no era sino un potrero cubierto por matorrales de cicuta y biznagas, adonde acudían durante la noche los toros y los caballos alzados que andaban sueltos, retozan­do en perspectivas; estos asentamientos, iban significando el advenimiento de la villa.
El pasto espiritual para esas gentes radicadas en la flamante Reducción, hasta tanto se convirtiera en vice parroquia a Baradero, hecho que ocurrió en 1756, y a falta total de sacerdotes permanentes que atendieran el culto en las condiciones que lo reque­ría para un manejo esencial de su administración religiosa, se encontraban en la expec­tativa a la llegada de alguna misión católica o a la venida de algún eclesiástico viajero que apostólicamente oficiaba la santa misa, enseñaba la doctrina, bendecía matrimo­nios y bautizaba y, en sus libros que consigo portaban, anotaban a los neófllos recién convertidos en hombres nuevos y a los recientes deposados y luego se los llevaban, perdiéndose así numerosas apuntaciones.
Varios fueron los misioneros que desempeñaron esta labor magnífica de conver­tir a sus infieles y catequizarlos en la fe bíblica, y a los españoles otorgándoles los manjares de los sacramentos. Estos misioneros abnegados hacían sus expediciones sem­brando la palabra del Evangelio en las inmensas soledades de las pampas donde había un reducto, y los hacían a pie. a caballo, y en muchas ocasiones, durmiendo al raso.
El primer y único padrón que se había hecho anteriormente de los individuos de Baradero había sido practicado el 23 de agosto de 1688. El segundo que nos consta y fehacientemente refleja el estado demográfico del pago, ocho años más tarde, es decir en 1696 con un guarismos de 77 almas. Obvio es reiterarlo, todos españoles y ningún infiel entra en el registro. Los habitantes que nos ocupan se hallaban divididos de la siguiente suene: Varones solteros: 26 – Casados: 14 – Viudos: 2 – Mujeres solteras: 18 -Casadas: 14 – Viudas: 3 – De menos de un año: mujeres: 1 – De uno a tres años: Varones 2 – Mujeres 1 – De cuatro a seis años: Varones 8 – Mujeres 2 – De siete a diez años: Varones 5 – Mujeres 5 – De once a veinte años: Varones 8 – Mujeres 3 – De veintiuno a treinta años: Varones ] – Mujeres 1 – De treinta y uno a cuarenta años: Varones 8 -Mujeres S – De cuarenta y uno a cincuenta años: Varones 8 – Mujeres 8 – De cincuenta y uno a arriba: Varones 1 – Mujeres – Sin especificar: Varones 1 – Mujeres 27 – Total: Varones 42 – Mujeres 35 – Total general: 77.
Otros datos que constan en este padrón: Cura Vicario del Pueblo: 1 – Corregidor de la Reducción: 1 – Alcalde de Reducción 1 – Indios que resultaron deber tributo: 16.
En 1765 ya contaba Baradero con la friolera de mil almas y se habían edificado una gran casa de adobe crudo y techo de paja destinada una parte al templo \ otra, a Alcaldía de Justicia. Esta construcción se materializaba con frente Noroeste de la «tie­rra reservada para plaza».

HISTORIA DE BARADERO 7° PARTE

Historia de Baradero

El Padre Fray Luis de Bolaños acaricia a iodos los indios con particulares caricias y dádivas agradeciéndoles el haber preservado.
Este santo varón la obra prosiguió con feraz abundancia en el sendero que abandonara su antece­sor y fortaleció las columnas erigidas al soplo de un personaje vital de sacrificio y acorazado para las ad­versidades. Se alejaba Hernandarias del escenario de sus ejecuciones ininterrumpidas y brillantes, pero descansaba su misión cumplida en una existencia de probada austeridad como significaba la presencia fí­sica y espiritual del dilecto franciscano.
Producida la partición y nombrado Hernandarias en el Paraguay, su nuevo teatro de vida activa, a la provincia del Río de la Plata le cabía im­periosamente el nombrar a su primer gobernador den­tro de la frontera del reciente dominio. El Augusto Mandatario que Felipe III designara en la larga nó­mina de gobernadores que le siguieron, fue la de don Diego de Góngora, caballero de la Orden de Santia­go y natural del Reino de Navarra, quien accede a la sede creada el 17 de noviembre de 1618, permaneciendo en sus funciones hasta octubre de 1623, en que fallece. Su preocupación principal, que atenazaba su mente, fue el de investigar la situación de los naturales y de sus paisanos, levantando un empadrona­miento genera! de los vecinos e indios terrícolos, en toda la superficie en que se exten­día su jurisdicción. No nos detendremos a analizar la amplitud censada de su poderío, sólo nos circunscribiremos a la parte correspondiente a Buenos Aires, la cual nos ad­vierte de los siguientes guarismos:
212 vecinos que, calculando cinco personas por cada uno, da un total de 1.060 personas; los indios radicados en la ciudad sumaban 103 y 668 los distribui­dos entre las tres Reducciones denominadas San José, Santiago del Baradero y del Cacique Tubichaminí.
Don Diego de Góngora se dispone a partir visitando y reconociendo todos esos reductos indígenas. De su extensa travesía y de su registro y vigilancia cuidadosa que pone en cada uno de ellos habría de dar cuenta exacta y fiel a Su Majestad cesárea. Por ese testimonio, firmado por el gobernador y testificado por el Escribano, nos avenimos a la situación en que se encontraban cada uno de esos pueblos, sujetos obedientes a un corregidor. El documento es inapreciable. El pliego es la transcripción e impronta de la existencia de los hijos de la tierra en su sitio de convivencia.
Testimonio de la visita de tres reducciones de indios que están un In iihh, dicción de la ciudad de la Trinidad que hizo el Gobernador Don Diego de Góngoni
Yo Juan de Munarri escribano del reino señor y mayor de gobernación en este Río de la Plata certifico y doy fe que por los autos padrón y diligencias que el señor Don Diego de Góngora caballero del hábito de Santiago Gobernador y Capi­tán General de las provincias del Río de la Plata por su majestad hizo cuando salió a visitar las tres reducciones de indios que están en la jurisdicción de esta ciudad de la Trinidad Puerto de Buenos Aires que son una nombrada San José del cacique don Juan Vagual sobre el río de Areco dieciocho leguas poco más o menos de dicho puerto y otra dieciséis leguas de tierra adentro cerca de la costa del Río Grande de la Plata nombrada del Cacique Tubichamini y otra nombrada Santiago de! Varadero que está sobre un brazo del Río Grande del Paraná veinticinco leguas poco más o menos de dicho puerto. Parece haber hallado en cada uno lo siguiente:
La otra reducción de Santiago del Varadero hubo 63 indios cristianos en que cons­tan 8 caciques – Ítem 11 indios infieles en que entran 3 caciques – ítem 58 indias cristianas – Ítem 7 indias infieles – ítem 58 muchachos y muchachas bautizados y por bautizar que todos son 197.
Esta reducción parece que está puesta en mal asiento que es un pantano con mala agua y poca leña y los caciques e indios declararon que la pesquería y la caza de venados y yeguas está a dos y tres leguas y que sus tierras de donde son naturales están siete leguas Buenos Aires veinte leguas de la dicha reducción, y que allí los doctrinaron los padres de San Francisco y que habrá cuatro años los trajeron a la dicha reducción por mando de Hernandarias de Saavedra que les prometió hacer mucho bien y que tenían hecha una iglesia muy grande y sus casas con mucho trabajo.
Tiene la dicha reducción una iglesia grande de tapias cubierta de madera de sauce, en el altar había dos imágenes de lienzo en bastidores de madera y dos candeleros de azófar y dos cajas y dos campanas pequeñas y no se halló otra cosa. Porque el ornamento frontal misal y cáliz y demás aderezos de decir misa el Padre Fray Luis de Bótanos de la orden de San Francisco que está por doctrinante de la dicha reducción certificó que es del convento de Buenos Aires.
Estos indios viven con más pulida (buen orden) que los de las otras dos reducciones porque tienen sus casas cubiertas de paja y palos y siembran maíz y los más de ellos andan vestidos y que tienen quien los doctrine. Susténtanse de lo que lo demás y de algún pescado y del maíz que siembran. Estos indios usan de arcos y flechas que son sus armas.. Tenían dieciséis yuntas de bueyes con sus yugos y arados y tienen novillos cerreros y ocho azadas y ocho anegas de maíz i3e la comunidad.
Ya todos los indios e indias de las dichas reducciones el dicho Gobernador los habló y trató con mucho amor y voluntad y mandó repartir entre ellos cantidad de cuchillos, chaquiras y yerba coro y otras menudencias de que usan y gastan y quedaron quietos y contentos.
ítem otra reducción nombrada San Tiago del Varadero, veintidós leguas de esta dicha ciudad que está a cargo de Bartholomé Pintos vecino de ella que hace oficio de corregidor que le nombró Hernandarias de Saavedra, tienen los indios que estaban en la isla que serán hasta ciento cuarenta y su cacique principal se llama don Bartholomé, y que siembran maíz, fríjoles y habillas y otras semillas con lo cual y carne de yeguas cimarronas y pescados que pescan en el río se sustentan y que tienen iglesia y casas de orcones y cubiertas de paja y que por cristianos aceptó los indios viejos y que no tienen bienes más que veinticuatro bueyes y que andan vestidos de cuero y se cobijan con pellejos, y que tuvieron por doctrinante a Fray Francisco Arenas de la orden de San Francisco, seis meses y que después entró a doctrinarlos Fray Luis de Volaños de la misma orden que hasta ahora está en dicha reducción.
Y no consta que en esta jurisdicción haya más reducciones según todo los uso dicho más largamente parece portas dichas averiguaciones hechas sobre ellos por el dicho gobernador Don Diego de Góngora que aquí firmó don Diego de Góngora por cuyo mandato di la presente que se fecha en la dicha ciudad de la Trinidad Puerto de Buenos Aires en 16 días del mes de julio de 1619 años. En testimonio de verdad
JUAN DE MUNARRI
Escribano Mayor de Gobernación
Reitera su comunicación y su celo de esos lugares aborígenes el gobernador de Góngora. Ocho meses más tarde retorna; a transitar epistolarmente por los áureos y polvorientos caminos a los mojones de los indios. No los desampara. Los protege. Los defiende. Se preocupa por su bienestar moral y materialmente. Fue muy solícito por el estado de los bárbaros en su condición de seres humanos. Vuelve con su pluma a rasgar la nívea plana que envía al Monarca narrándole detalladamente lo percibido y vivido en cada una de esas tres sedes de los naturales, y fragmentándolas nosotros a la parte que corresponde esta relación.

HISTORIA DE BARADERO 6° PARTE

Historia de Baradero

Durante seis meses catequizó el franciscano Fray Francisco Arenas. Obedientes, dóciles, dúctiles en su presencia y atención, los naturales seguían las sabias enseñanzas del doctrinero. Pero había muy presto de producirse un cambio en la persona y no en el hábito de quienes le impartían normas de amor puro y moral incorrupta. Se entregó, su sucesor, por entero a la Reducción. Por espacio de seis años compartió el pan amargo de la miseria con los nativos. Era andaluz. Llevaba en sus ojos la cruz luminosa de la redención y en sus labios la miel de la fe. Se llamaba Fray Luis de Bolaños. Se agregó, se insertó a esos indiecitos que tras sus pasos andaban presurosos y plenos de voluntad para satisfacer los deseos de ese pastor de las almas. De su acción inconmensurable, Félix de Azara, nos ha legado un documento maravilloso:
El gobierno es paternal. El cura administrador en un religioso franciscano, que sirve sin sueldo, ni sínodo, ni subvención alguna. Ejerce sobre los indios las mismas facultades que un padre de familia corrigiendo los defectos que cometen, tanto en lo espiritual como en lo temporal. Les suministra lo que han menester por orden a vestuario. Por lo que hace a la manutención, se les da dos veces a la semana ración de carne común y menestras. Los indios tienen dos días a la semana para su trabajos particulares; y en tiempos de chacareo se les conceden semanas enteras, sin que esto embarace el que vayan a trabajar a las chacras de la comunidad, cuyos frutos se invierten en mantener a los que trabajan en las faenas públicas y en socorrer a los que necesitan semillas para sus chacras.
Nada amedrentó al Padre Bolaños para saciar su sed de amor a sus semejantes. La proeza fue su cayado en alabanzas al Creador. En la “Información Jurídica”, de Asunción, en el año 1619, el vicario Francisco Caballero de Bazán escribía:
En el distrito de esta ciudad de Buenos Aires está la reducción de Indios Naturales, llamada Santiago de Baradero, donde al presente está Fray Luis de Bolaños. Por saber la gran necesidad de doctrina que tenían los indios de este distrito, vino el dicho Padre de las provincias de arriba a esta de Buenos Aires. Allí hizo la reducción y al presente está ocupado administrando los santos sacramentos a los nativos.
En la misma “Información Jurídica”, el Capitán Pedro de Izarra, añade:
Es fuerza que los religiosos pasen muy grandes necesidades, como al presente las está pasando el Padre Bolaños en una de las Reducciones de este distrito… se sustenta sólo de maíz cocido y raíces.
La dimensión de la obra pastoral de Fray Luis de Bolaños no ofrece límites de contención. Su acción fue intensa, profunda, dinámica. Convivió con los indígenas, a quienes hizo de su alma, hijos de afectos. Y cuando hubo de retirarse a las celdas con­ventual, esporádicamente se llegaba hasta la Reducción para acariciarlos paternalmen­te. Su postrera visita a Baradero y con la mirada casi cegante, la efectuó entre los años 1622 y 1623. Su cansino paso de peregrino lo hacía a pie desde Buenos Aires hasta el reducto de su apostolado. La histórica figura religiosa de Fray Luís de Bolaños, excep­cional por su energía y su acendrada fe, interesó a las autoridades de su tiempo y en los Libros Capitulares del Cabildo de Buenos Aires, Justicia y Regimiento, se encuentra una resolución dictada en 14 de diciembre de 1620, por la cual se le prohíbe dada su ancianidad, que haga a pie sus acostumbrados viajes entre Buenos Aires y la Reducción de Baradero.
Cuando ya dejara de ocurrir a este pueblo de indios, hubo ausencia total de cléri­gos en forma estable y sólo permanecieron los aborígenes esperando la llegada de la palabra que abriera sesgos de luces en las tinieblas de sus almas inmaculadas traída por los sacerdotes en sus misiones apostólicas, en tiempos prolongados. Muchos de ellos se corrompieron en sus hábitos cristianos, amancebándose nuevamente, y costumbres in­génitas afloraron; otros, fueron siervos sumisos de españoles a quienes se les adoptó, haciendo y sucediéndose, de esta manera, apellidos y nombres ibéricos que poblaron el lugar y extendieron la descendencia con el gentilicio del amo. La unión ilegítima de peninsulares e indias, proliferaron y de esta mezcla de sangre de blancos y cobrizos, se formaron los mestizos. Esta nueva etnia fue desalojando a los primitivos habitantes que se iban extinguiendo con la cruza de raza y con la muerte paulatina de los seres funda­dores. A mediados del siglo XIX, aún existían herederos de ¡a casta inicial. En el Libro de los Muertos de la parroquia Santiago Apóstol el 3 de marzo de 1843 se registra:
el cadáver del indio Francisco Peralta, natural de este pueblo, fallecido a los sesenta y ocho años y casado con Lía Millares.
Son los últimos que quedaban en sucesión de aquellos que ocuparan el pago de Baradero y formaron el pueblo del mismo nombre.
El alejamiento del Padre Fray Francisco Arenas trajo como sucedáneo a Fray Luis de Bolaños que enriqueció de ventura y fuera continuo organizador de la flamante Reducción, como doctrinero y arquetipo de esta colonia aborigen, catequizando con las sabias enseñanzas del Evangelio y enseñándoles el labrantío de la fecunda y aún virgen tierra. Hernandarias, por lo creado, representaba su sillar en este franciscano mientras sus labores se iban desarrollando en el dilatado y desmedido territorio que bajo su juris­dicción emanaba órdenes y se empeñaba en medrar, tarea gigantesca para una sola persona y para sus débiles fuerzas de ser humano. “En ese tiempo Montalvo, Centenera y oíros funcionarios habían hecho notar al Rey de España los inconvenientes que te­nían los gobernadores con una gobernación tan grande como la del Río de la Plata y Paraguay. La distancia enorme entre la Asunción y Buenos Aires obligaba a los gober­nadores a nombrar tenientes con una u otra ciudad y a permanecer largas temporadas ausentes de. donde hubieran debulo estar”. Estas reflexiones, estas medulosas críticas tuvieron asideros en Su Majestad e hicieron hincapié cuando fue asignado Hernandarias el 7 de setiembre de 1614 al expresarle que espaldaraba su tirulo por el término de tres años, pues en cualquier instante podía decretar «la división del dicho gobierno de que se queda tratando, por ser tan extendido el distrito y entenderse que no se puede gober­nar por una sola persona…» La escisión territorial recién habrá de producirse por real cédula firmada en Madrid el 16 de diciembre de 1617 cuando el Rey Don Felipe III, procede al desmembramiento de la provincia del Río de la Plata y Paraguay:
He tenido por bien -decía el rey- que el dicho gobierno se divida an dos, que el uno sea el Río de la Plata, agregándole las ciudades de Trinidad, puerto de Santa María de Buenos Aires, la ciudad de Santa Fe, la ciudad de San Juan de Vera de las Corrientes, la ciudad de Concepción del Río Bermejo, y el otro gobierno se intitule del Guayrá, agregándole por cabeza de su gobierno la ciudad de Asun­ción del Paraguay y la de Guayrá, Villa Rica del Espíritu Santo y la ciudad de San­tiago de Jerez.
Se hacía menester, por ende, de dos jefes jerárquicos superiores para sendas divi­siones. Se ha segregado Guayrá o Paraguay del Río de la Plata. Dos hombres represen­tarían el mando en cada una de esas porciones de tierra bajo una sola enseña peninsular en esta ultramarina colonia. Hernandarias tuvo a su égida de asumir el Paraguay, dejan­do en esta otra parte del distrito sus reducciones y sus abnegaciones. Pero una esperanza feliz iba alimentando su alma bondadosa y plena de vigor: la órbita de la Reducción de Santiago había quedado en manos de Fray Luis de Bolaños, el que sabía modelar a salvajes, inculcar la fe, proclamar la caridad y predicar con el ejemplo cultivando el suelo. A Fray Luis de Bolaños, a quien había observado y respetaba y a quien fechado el 4 de mayo de 1610 escribiera al Rey informándole sobre el trato que daba a los indíge­nas en una de «Mis Reducciones», como las llamadas a sus hijas de creación:

HISTORIA DE BARADERO 5° PARTE

Historia de Baradero

De casi todos los núcleos se mencionan como adorno unas estrellitas de piedra de distinto color que llevaban puestas en las narices. A efectos de ponerse estos aderezos, ambos sexos se perforaban las aletas nasales. Los hombres llevaban, además, un barbote. Y tampoco faltaban los adornos auriculares, el tatuaje, ni las pinturas corporales. Las viviendas de los pueblos del litoral se levantaban sobre los albardones vecinos de ríos y lagunas. Consistían en chozas rectangulares, de paredes hechas de esteras de juncos… Como arma se usaba el arco y la flecha, la macana y la onda. El arco era corto, y las flechas, que se guardaban en carcajes de cuero, tenían puntas de piedra o de hueso… Pero el principal elemento ergológico que la Arqueología ha puesto en descubierto es la cerámica. Es aquí, en el Litoral, donde la alfarería adquiere verdadera personalidad y pleno valor diagnóstico. No es que en esta región exista gran riqueza de formas, pero sí hay en decorado. En este debemos distinguir la decoración incisa, que se presenta de manera muy especial en guardas y figuras de carácter geométrico, y la modelada que toma la forma de apéndices zoomorfos, generalmente conocidos como “representaciones plásticas”. De estas últimas hay de dos clases: las llamadas “siluetas”, aplanadas y recortadas que forman parte de la pared del mismo vaso y que corresponden a recipientes playos, y las esculturas en redondo. Unas y otras representan cabezas de animales… Poco se sabe de la organización política y social de nuestros indios. Las fuentes mencionan caciques como jefes de grupo.
Mal informados estamos también respecto de la cultura espiritual. Tenían desde luego, hechiceros, cuyas plásticas serían las comunes. Sabemos también que era bastante frecuente en ellos el entierro secundario de los huesos de los fallecidos, una vez que estaban descarnados; era entonces que los restos se recubrían con ocre rojo. Fernández de Oviedo en aquella parte de su “historia” cuyos datos proceden de Alonso de Santa Cruz, compañero de Gaboto, que actuará más de dos años entre los indios del litoral, al referirse de las poblaciones del sector meridional, dice que la gente chaná y mbeguá “es toda una lengua…”
Con indios chanaes se formaron varias reducciones. La de Santiago del Baradero, fundada en 1615 al noroeste de Buenos Aires, comprendía también algunos Mbeguaes; en un informe del obispo Malvar de Buenos Aires, se dice que en 1776 ya estaba “extinguida la línea de los indios” en esta hoy floreciente ciudad bonaerense. Santo Domingo Soriano, en territorio de la actual República del Uruguay, fue fundada en 1624 con un plantel de indios traídos del Baradero, en un lugar próximo a su actual situación… y eran de origen chaná.
Como vinimos comentando y explicando, Reducción “no implicaba esclavitud alguna como se ha querido acusar, sino fijar residencia, construir pueblos y enseñar la fe cristiana”. No todos los indígenas vivían en ese pago; no todos los indios se habían asentado en las tierras aledañas a la costa, muchos de ellos fueron traídos desde lejanas latitudes y, ello nos ofrece un testimonio invalorable la solicitud de don Gaspar de Godoy, al gobernador don Pedro Esteban Dávila, en el año 1626, que, entre la petición predica sus méritos para conseguir la merced ansiada:
“Y además de estos servicios por mi persona a mi costa he ayudado a reducir los indios de la reducción del Baradero, sacándolos de los montes y otras partes po los medios más suaves que pude, y los poblé y arreglé esta dicha reducción donde se bautizaron asistiendo yo con ellos aquietándolos”.
La visión de Hernandarias se cristaliza en grado sumo en solares fértiles para vidas humanas. Un oficial de su leal confianza y probidad pone al frente de esa agrupación de salvajes. Su nombre queda registrado como Bartolomé Pintos. Administraba y dirigía y con frases paternales aconsejaba.
Un cacique, de nación guaraní, respondiendo al llamado de don Bartolomé, es la directriz de ese enclave. Un doctrinero de los naturales, el Padre Fray Francisco Arenas, de la orden de San Francisco, es el arquetipo de esa organización. Amenaza con su palabra, tierniza la fiereza del indio, traza los lineamientos de la estructura de la población. Esta trilogía de mandos fue designada y nominada por el creador de esa Reducción de Santiago, como se la llamara, el protector de los aborígenes, Hernandarias. No estuvo a su frente cuando sucedió la fundamentación de este aglutinamiento. Lo había mandado con su “voz y por mi orden”, a establecerla fijando el lugar de residencia.
Desde su solio, la guiaba. Desde su trono la gobernaba. Sus quehaceres eran múltiples. Hacedor de reducciones comenzó a visitarlas cercana a la fecha de un año de su incorporación a la vida social española. De sus inspecciones, de su periplo, de su examinación y detalle mínimo llevó noticias hasta Su Majestad en una epístola larguísima datada el 25 de mayo de 1616. Entresacamos los fragmento pertinentes a la Reducción que nos ocupa.
El año pasado di cuenta a V.E. del estado en que hallé estas provincias y el que les comencé a dar así en la reducción, conservación y buen gobierno de los naturales ejecutando las ordenanzas del Licenciado don Francisco de Alfaro que las visitó como también las que acerca de la navegación de este puerto tiene dadas vuestro Virrey y cuyo cumplimiento y el de las Reales cédulas me ha costado y cuesta sumo trabajo por las raíces que había en los excesos del en que me ocupé hasta los 16 de agosto, y me partí para las ciudades de arriba visitando de camino las nuevas reducciones que he hecho de los otros naturales los cuales a mi voz y por mi orden estarían en los parajes y puestos que les tenía señalado para su asiento.
Quince leguas de esta ciudad está la Reducción de Nuestra Señora de la Estrella donde llevé a mi compañía al guardián de San Francisco, el cual puse en ellas un religioso de mucha apreciación y buen ejemplo para la educación y enseñanza de los naturales y ahí mismo puse un vecino de esta ciudad con bueyes y lo necesario para industriarlos en la labranza y fábrica para hacer iglesias, están hoy reducidos en ese puesto cincuenta indios con sus mujeres e hijos.
Diez leguas más adelante llegué a otra Reducción por nombre Santiago donde fui con algunos vecinos de esta ciudad y un religioso del mismo orden, bueyes y pertrechos para labranzas y fábrica para iglesia y habiendo dejado el orden necesario para todo y un español virtuoso y a propósito, pasé adelante, y hay en esta Reducción 250 indios.
Los religioso de San Francisco que están ocupados en el mismo ministerio pasan muchas necesidades y las iglesias carecen totalmente de lo necesario para el culto divino demás de que para atraer y a cariciar los naturales es necesario. V.M. sirva proveer a las doctrinas en que están de alguna ayuda de costa pues se emplean con tanta voluntad vuestro real servicio. Y para que se consiga más seguridad en las cosas referidas que he hecho haré otra visita aunque la distancia del camino es de más de quinientas leguas de ida y vuelta en que siempre se ofrecen muchos trabajos como también se consiguen servicios de V.M. y la divina cruz.
Buenos Ayres, mayo 25 de 1616.

30 de julio de 2013

HISTORIA BARADERO 4° PARTE

Historia de Baradero

La Reducción de Baradero se fue formando con los aborígenes que se iban reclutando desde las zonas ribereñas del Paraná, si bien algunos convivían en el suelo que ulteriormente le servía como fragmento al pueblo de indios. A esta tierra llegaron de la mano de los peninsulares, Guaraníes, Mbeguaes y Chanás. Todos emparentados y de la misma nación. Su idiosincrasia, su identidad, sus costumbres las hallamos descriptas por el naturalista y explorador francés don Alcides de Orbigny quien nos testimonia sobre los primeros de los nombrados, los guaraníes:
“La estatura es por lo general poco elevada en los guaraníes; en las provincias de Corrientes y Misiones hemos encontrado una media que raramente pasaba 1,62 metros (5 pies); las mujeres son por lo general más pequeñas y conservan a menudo proporciones por debajo de la talla relativa que tienen en Europa; su talla media es de 1,490… Las formas del cuerpo de los guaraníes no podían ser más macizas; el pelo es elevado, el cuerpo uniforme, los hombros anchos, las caderas gruesas, los miembros muy repletos, redondos y músculos salientes; las manos y los pies pequeños… Las mujeres presentan las mismas formas; son macizas al máximo, anchas y cortas; poseen todo lo necesario para ser vigorosas, para resistir a los trabajos penosos, para ser buenas para la reproducción; su cabello es siempre muy voluminoso y bien colocado.
Las facciones de los guaraníes se distinguen a primera vista de las naciones pampeanas: su cabeza es redonda, no comprimida lateralmente; su frente no huye hacia atrás; es, por el contrario, elevado, y su aplastamiento, en algunas tribus, se debe a causas artificiales. El rostro es casi circular, la nariz corta, muy poco ancha,, de ventanas menos abiertas que en los pueblos de las llanuras; la boca mediana, aunque algo saliente; los labios bastante finos; los ojos pequeños, expresivos, siempre levantados en su ángulo exterior, y a veces como apretados en esa parte; el mentón redondo, muy corto, y no avanza nunca hasta la línea de la boca; los pómulos, no pronunciados en la juventud y algo salientes en la edad adulta; las cejas bien arqueadas y muy estrechas, los cabellos largos, rectos, gruesos y negros…”
Prosiguiendo el inventario de la nación, tomamos fragmentos del libro “Las poblaciones indígenas de la Argentina”, de Salvador Canals Frau:
“La cultura de nuestros guaraníes es basada por tanto en el cultivo de la tierra, t la caza, pesca y recolección eran actividades más bien secundarias. Lo que los guaraníes cultivaban eran, especialmente, la mandioca, los zapallos, la batata y el maíz… La preparación y el desbrozo de la parcela elegida es trabajo de los hombres, mientras que el sembrar, plantar, cuidar y cosechar es tarea de las mujeres. Las viviendas de nuestros indios eran de carácter estable, como que su estilo de vida era completamente sedentario. Por lo general eran grandes casa comunales, hechas de troncos y hojas en las que vivían varias familias emparentadas. De cuatro a ocho de estas grandes casas constituían una aldea que se situaba al borde de un río y se rodeaba de una o dos empalizadas defensivas… Por lo general nuestros guaraníes andaban completamente desnudos. Las mujeres llevaban a veces una especie de cubresexo en forma triangular llamado “tanga”, que solían hacer de plumas. Con plumas se adornaban también los hombres la cabeza, los brazos y los tobillos. Además, ambos sexos se pintaban el cuerpo con cierta profusión… Adorno característico de todos los guaraníes e sexo masculino es el que se ponían en el labio inferior. En tiempos antiguos usaban más bien el barbote, que solía ser de resina, hueso o piedra. Las mujeres se conforman con un tatuaje en la cara… Como armas usaban el asco y la flecha, y la macana. El elemento ergológico más importante de los guaraníes es la cerámica. Conocían también, y practicaban, el hilado y el tejido. Hilaban a mano, generalmente algodón, pero también otra fibras vegetales… En la cultura espiritual se había conservado la creencia en un Alto Dios. Lo llamaban “Tubá”. El era el creador de todo lo existente, quien hacía llover o madurar las mieses. Una manifestación de su poder era el despedir rayos… Los cadáveres se depositaban en las grandes tinajas de barro. Junto a los restos humanos se ponía dentro del recipiente los objetos personales del fallecido, y se tapaba la urna con un gran plato. Luego se enterraba la urna… Los guaraníes eran antropófagos, al igual que muchos pueblos de cultura amazónica. Eran “comedores de carne humana”, según anotaron todas las antiguas fuentes. La antropofagia iba solo dirigida a los prisioneros de guerra, y aún así el acto tenía carácter ritual. A los prisioneros que no se mataba en el acto, se los trataba bien; se les daba mujer, y mucha comida, para que se pusiera bien de carnes. El sacrificio mismo se realizaba en acto público, frente a una gran multitud, y uno de los guerreros era designado para ejecutar al prisionero con una macana. Después de muerto se despedazaba el cuerpo y se repartía los trozos, todo el mundo debía tocar y probar la carne. Y dice P. Lozano, que cuando ella no alcanzaba por ser varios millares los concurrentes, entonces se hacía hervir un buen pedazo y se repartía el caldo; hasta las madres daban un sorbo a sus hijos. El gustar de la carne de un enemigo sacrificado daba derecho o imponía la obligación, de cambiar el nombre. La costumbre de la antropofagia desapareció pronto, con la sola presencia del español… El guaraní es la primera lengua indígena con que tropezaron, y pronto conocieron, los españoles. Y la gran difusión de esa lengua tuvo a través del territorio nacional se deba en gran parte a ellos y a la acción de sus misioneros. Al decir del P. Lozano, que la conociera bien, expresara en su tiempo ser “esta lengua, sin controversia, es de las más copiosas y elegantes que reconoce el orbe”.
Someramente trataremos de las dos naciones que conformaron el núcleo en los orígenes del pueblo de Baradero: Chanaes y Mbeguaes. De ella nos informa nuestra fuente de consulta: Salvador Canals Frau. Son:
“Dos entidades, íntimamente emparentadas entre sí. Los primeros ocupaban la ribera derecha del gran río (Paraná), en las actuales provincias de Buenos Aires y Santa fe, entre, aproximadamente, el río Luján y el emplazamiento de la actual ciudad de Rosario… Los Mbeguaes, por su parte se extendían por el sur de Entre Ríos, ocupando toda la zona de islas y anegadizos que constituye el delta entrerriano y que en general se halla al norte del Paraná Guazú… Por lo tanto, chanaes y Mbeguaes vivían frente a frente, en riberas opuestas del bajo Paraná. Lo cual, naturalmente, no obsta para que a menudo los papeles se intercambiaran.
Las altas estaturas de estas poblaciones parece haber sido su carácter físico más destacado, y es a éste que aluden, muy especialmente, los viejos autores… Los antiguos habitantes del delta del Paraná –que étnicamente han de haber sido chanáes y Mbeguaes- era igual a 1,688 mm los hombres y 1,652 las mujeres… El rasgo más saliente y característico de su economía es indudablemente la pesca, nuestros indios se dedicaban también a la caza y a la recolección. Esta última actividad se dirigía especialmente a la miel silvestre. En cuanto a la caza, ella tenía como objetivo a las nutrias, los venados y los avestruces… Como vestido, los indios del Litoral aún tenían en uso el gran manto de pieles de nutria propio de la mayoría de los pueblos patagónicos; los confeccionaban, sobre todo, de pieles de nutria. Las fuentes mencionan también taparrabos y delantalillos de algodón. Las telas de esta clase han de haber sido productos del intercambio con los pueblos aruac y guaraníes
vecinos.

HISTORIA BARADERO 3° PARTE

Historia de Baradero

Bajo esta impronta fueron engendradas las Reducciones. Como se dijo más arriba, no fueron encomiendas reales, sino oficiales que la Corona ENCOMENDABAN al cuidado y adoctrinamiento de los nativos. Ese resguardo imperaba en el espíritu del Monarca, que tergiversó el conquistador y que Hernandarias encauzó con diligencia y pastoral devoción, legado espiritual venido desde las primeras jornadas en que las naos españolas comenzaron a surcar los mares en busca de aventuras. Una cláusula del testamento de Isabel La Católica, es el sendero luminoso y directriz sobre el particular. Ella es senda de amor y paternalismo hacia los hijos de la tierra americana:
Cuando nos fueron concedidos, dice, por la Santa Sede Apostólica las islas y tierra firme del mar océano, nuestra principal intención fue de procurar inducir y traer los pueblos de ella y los convertir a nuestra Santa Fe Católica , y enviar prelados y religiosos, clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios, para instruir los vecinos y moradores de ellas, y los doctrinar y enseñar buenas costumbres. Suplico al Rey mi Señor muy afectuosamente y encargo y mando a la princesa mi hija, que así lo hagan y cumplan, y que este sea su principal fin, y en ello pongan mucha diligencia, y no consientan, ni del lugar a que los indios vecinos y moradores de las dichas islas y tierra firme, ganados y por ganar, reciban agravio alguno en su persona y bienes: mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido lo remedien, y provean de manera que no se exceda cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha concesión nos es inyungido y mandado.
Por paradigma y derrotero de aquella ilustre dama, el perfil de Hernandarias se inclinó a trasuntarla, aunque ingénita se halla en su alma esa gracia, valiéndole ello que el Rey de España lo galardonara como “Protector de los naturales de Indias”, designación que el Rey extiende en el Prado, por real cédula del 5 de marzo de 1612, informándole en los siguientes términos:
Diego Marín Negrón, mi gobernador y capitán general que al presente es de las provincias del Río de la Plata, me avisó en carta del treinta de junio del año pasado de seiscientos y diez, que viendo la necesidad que había de un protector general que ampare los indios naturales de esas provincias, hizo elección de vuestra persona para ello, y he holgado de que la hayas aceptado y así os agradezco y encargo continuéis el hacer este oficio con el celo y cuidado que de vos fío y lo habéis hecho en las demás cosas que han estado a vuestro cargo favoreciendo y amparando los indios y mirando por su bien y conservación para que no se vean vejados ni molestado…
La justicia del cielo lo dictaba su persona en las gradas de este universo. “Hernandarias persiguió a los encomenderos y procuró por todos los medios colocar al indio en un nivel no solo igual sino superior al de los españoles conquistadores”. Enarbolaba su emblema, su pendón, su gloria terrena. El entrañaba ese afecto que albergaba en su corazón hacia los indefensos indígenas; en lidia de frases y en hechos consumados arrebató a los aventureros europeos de las vejaciones que trataban en sus personas, “haciendo que se les guardase inalterable su derecho”. Y se alió con el Monarca en esta cruzada de redención y civilidad. Tuvo el espaldarazo de la Corona y la fe de su Majestad cesárea. Las palabras se hallaban involucradas de humanidad, de amor hacia los fieles.
Felipe III coadyuvábale y le incitaba a su obra excelsa:
Y cerca de esto ha parecido advertidos y ordenaros que cuando hubiera fuerza bastantes, para conquistar los dichos indios, no se ha de hacer sino con la sola doctrina y predicación del Evangelio.
Lo mandado por su Majestad representó para Hernandarias un vector en el camino de sus propósitos, signo de báculo de perfección y sobrada sabiduría. Así cristalizó su empeño. De esta guisa, reduciendo a los bárbaros con las armas de la piedad, de la caridad, con la predicación de la palabra sagrada, con la experiencia ya centrada en su vida, la que todos los hombres son iguales aunque desiguales sean su condición. Su labor se concibió con el carisma de Cristo, con el abrazo del hermano, con el fervoroso lenguaje de la paz y de la fraternidad. Nacieron las reducciones con la presencia física del franciscano, discípulo de Asís que hermano llamaba a la flor, a los animales, a los seres humanos. Nacieron las Reducciones durante su tercera gobernación en el Río de la Plata. Con “a mi voz y por mi mando”, salieron un día los oficiales españoles a campear esta magna empresa plena de humanidad, fijando hitos de civilización. Como Hernandarias lo expresa más adelante, fue su mapa de mojones interpretando los dictados del licenciado don Francisco de Alfaro. No se encomendó, se “redujeron” las tribus errabundas, a pueblos. Se convirtieron en hijos del cielo. Conocieron por medio de doctrineros las enseñanzas sabias y perfectas del Evangelio. Su empecinamiento no conoció tregua alguna. Surgieron en el concierto del orbe la Reducción de Santiago, la de los Quilmes, la de San Antonio de Areco con su cacique Bagual, la de San Juan Bautista con su cacique Tubichaminí, que significa Jefe Chico, en Magdalena, provincia de Buenos Aires, y la de Santo Domingo Soriano, en Paraguay. Reducciones éstas donde se fueron insertando los españoles con los nativos. Fueron libres; pletórico de gozo liberaron a su arbitrio sus existencias. Lejanas estaban de ser comunidades, como las misiones jesuíticas, y ellas hicieron exclamar al viajero don Félix de Azara:
Sólo los pueblos del Baradero, Quilmes, Calchacuy y Santo Domingo Soriano han tenido la fortuna de no conocer el régimen de vida de comunidad, lo que gozando de su antigua libertad han llegado a civilizarse tanto como los españoles. Estos indios han olvidado sus idiomas y sus costumbres, y se han aliado de tal modo a los españoles que viven todos juntos casi sin distinción. Esto no se hallará en alguno de los pueblos que viven en comunidad.
Vivieron y desarrollaron la facultad que le imponía su energía moral. Se instruyeron. Construyeron sus chozas. Se unieron monogámicamente, es decir, con una sola mujer. Obedecieron a sus autoridades indias. El Cabildo de Indios no estuvo ausente. Su presencia infundía respeto y acatamiento. Una sola enviada al Virrey don Pedro Antonio de Cevallos en 21 de enero de 1778, por el oficial don Juan Antonio Delgado, nos informa que de este elemento democrático no estuvo exento Baradero:
Muy Señor mío:
El Cabildo de Indios del pueblo de Baradero tiene echa su elección de Alcalde y de ello ha resultado, a sus votos, el sacar a Pablo Suárez, que me parece acien a la vara; en cuia atención para la confirmación de su ministerio.
Prevengo a V.M. que si remos a la demora de estos, dijo, que no ha sido posible usar de mayor así para la necesidad de sus cosechas, cuanto de alguna falta de salud, y así V.M. puede dispensar.
Dios N.S. guíe su vida ms.
ANTONIO DELGADO
Con un día posterior a la enviada, el Virrey Cevallos lo acepta y confirma:
Buenos Aires, enero 22 de 1778
Apruébase y confírmase la elección de Alcalde, que han celebrado los indios del pueblo de Baradero en pablo Suárez, en cuia consecuencia, que en razón de tal oficio le pertenecen según derecho.
CEVALLOS
Juan de Casamayor

HISTORIA BARADERO 2° PARTE

Historia de Baradero

¿Las Reducciones, se fusionaban con las Encomiendas? No tal sucedía; diferían totalmente en sus funciones. “En lo que respecta a las Reducciones debemos decir que eran pueblos de indios que estaban bajo la custodia y superintendencia de un gobernante español, según disponían las Leyes de Indias… Pueblos gobernados por los propios indios, pero incorporados a la Corona, y, por tanto, bajo el control y vigilancia directa del representante del rey. Posteriormente quedaron sometidos a la jurisdicción de un funcionario llamado corregidor de pueblos indios, de donde deriva el nombre de “corregimientos”, con que también se denomina a las reducciones. Existían dentro de ellas la llamada “caja de comunidad”, cuyos ingresos consistían en el importe conveniente de tierras comunes y eran destinado su mantenimiento de hospitales, viudas, enfermos desvalidos, colegios, etc.”.
Sintéticamente explicaremos para dar luz a los razonamientos lo que significaba la Encomienda, discrepando en un todo con lo que representaba la Reducción.“Las encomiendas de indios se caracterizaban por su inalienabilidad e indivisibilidad. El encomendero sólo estaba autorizado para cobrar un tributo a los indígenas, pero esta institución se desvirtuó en la práctica, porque se prefirió substituir por la prestación de servicio personal… El tipo general de encomienda era de cien indios y el impuesto anual generalmente no era mayor de siete u ocho pesos, de modo que resultaba una renta anual insignificante de setecientos u ochocientos pesos, por lo que el encomendero prefería exigir el trabajo personal del indio al cobro del tributo… La avidez de los encomenderos hizo que en 1523 Carlos I ordenase a las autoridades de América que se abstuvieran en lo sucesivo de hacer nuevos repartos de indios a títulos de encomiendas, pero esta medida no se aplicó porque había muchos intereses creados… A los oficiales de la corona y a los alcaldes se les daban generalmente cien indios, a los caballeros ochenta, a los escuderos cincuenta y a los labradores treinta. Por su parte, el encomendero debía pagar al rey un tributo de un peso oro por cada indio”. Dentro de este régimen especial de las encomiendas se encontraba la Mita, “dicha palabra deriva de un vocablo Quichua, cuyo significado es “turno” ya que los indios eran renovados por turnos o tandas para su trabajos. Este sistema se adoptó con el fin de llenar las exigencias que imponía la apremiante falta de brazos”. Al fundar las Reducciones, Hernandarias trasvasó su espíritu benevolente hacia los indios. Esas fundaciones las creó según las Ordenanzas del Oidor de la Audiencias de Charcas, licenciado don Francisco de Alfaro. Se hallan impregnadas de justicia y rectitud hacia los nativos, defensa y amparo hacia esos seres infieles, patrimonio de la tierra en que nacieran. El autor de esas leyes tan beneficiosas para los aborígenes, que visitara las provincias de Tucumán y Río de la Plata. En 1610 las recorrió por espacio de tres meses, estudiando y analizando los casos de expoliación hacia esos indefensos indios. Llenado su cometido, objeto de la comisión que le encomendara el rey, se trasladó a Asunción en compañía del gobernador don Diego Marín Negrón para corregirlas y completar sus deducciones, labrando así ochenta y cinco Ordenanzas relativas al servicio personal que culminó el 12 de octubre de 1611, después de haber oído “a los diputados que le enviaron las provincias, se aconsejó de Hernandarias, del gobernador, del Obispo y demás personas de experiencia en las cosas de gobierno, y dictó las ordenanzas en el espíritu mismo de todas las leyes dadas por la Corona, desde el principio de la conquista de América”.Su majestad cesárea las aprobó en 1618 y las redujo a las trece leyes que componen el título 17, libro 6° del Código de Indias.
Vamos a reducirlas sucintamente para conocimiento y mejor comprensión de los lectores: “Quedó prohibido el servicio personal del indígena, de modo que esta Ordenanza de Alfaro, juntamente con la de 1601, señala la pérdida del derecho sobre la mano de obra indígena por parte del encomendero, pérdida en realidad solo teórica. En efecto, si bien los indígenas tendrían el derecho de contratar libremente su trabajo en la práctica, tal libertad sólo se vería restringida en relación directa con el lugar que en la sociedad colonial ocupaba el indígena…”
Las ordenanzas de Alfaro contienen ciento veinte capítulos, algunos de los cuales establecían lo siguiente:
No se podía vender a los indígenas como esclavos, las ventas realizadas en ese concepto quedaban anuladas y recuperaba la libertad el indígena vendido; en cada pueblo de menos de 40 casas debía residir un alcalde indio; un alcalde y un regidor si supervisaba ese número sin llegar a las 80 casas; dos alcaldes y dos regidores si el pueblo tenía más de 80 casas.
En los pueblos de indios no podían vivir españoles ni mestizos, negros ni mulatos, y se establecía penas en dinero para los españoles y castigos de azotes para los demás; tampoco podían permanecer en aquellos sitios las mujeres huéspedes y criados de los encomenderos, estos mismo no podían tener allí casas, obrajes o aposentos y en caso de que ya existieran debían ser convertidos en telares o despensas para los indios (solo podía haber dos aposentos para el justicia de visita). En el plazo de un año los encomenderos sacarían a los indios de las tierras que les pertenecían, los obrajes o viñas que tuvieran. Tampoco podía haber puebleros, administradores o mayordomos, -pues en caso contrario implicaba la pérdida a perpetuidad de la encomienda y la inhabilitación por 10 años para obtener otra, mientras que quienes aceptaban aquello cargos sufrían una pena de 10 años de galera a remo sin sueldo, más 200 azotes. Podía el encomendero, y era conveniente que lo hiciera, visitar de vez en cuando a los indios y también permanecer en la época de siembra y cosecha; además disponía de 8 días para cobrar los tributos que le correspondieran. Una serie de normas tendía a alejar suficientemente las chacras indígenas de las españolas y a protegerlas del ganado. Los indios no podían ser sacados de sus reducciones y tampoco alquilados para transporte de carretas, a menos que fueran solamente hasta el primer pueblo desde donde habían de volverse mientras las carretas continuarían su viaje manejadas por indios del segundo pueblo y así sucesivamente. Los de Córdoba podían ir a Buenos Aires, Santiago del Estero, La Rioja, Santa Fe y a Chile “desde este lado de la cordillera”; los de La Rioja, a Chile “de este lado”, Córdoba, Santiago, San Miguel de Tucumán, San Juan Bautista: los de San Juan a La Rioja; los de Salta y Jujuy a San Miguel de Tucumán, Esteco y los Chichas (Perú).
Los viajes debían ser directos de ciudad a ciudad, y los conductores debían cobrar cuatro pesos al mes y recibir manutención mientras duraba el viaje.
A los vecinos de la gobernación se les permitía llevar consigo dos indios encomendados sin necesidad de reemplazarlos por otros en cada ciudad.
En otro orden de cosas, estipulaba que los hijos legítimos correspondían al pueblo o reducción del padre y los hijos de solteras al de la madre. Estaba prohibida la probanza de filiación de las indias casadas, de modo que se consideraba a todos sus hijos como habidos de su marido.
La mujer casada debía vivir en el pueblo de su esposo, aunque éste hubiera huido y las viudas, por su parte, podían elegir residencia en el lugar natal o en el de su esposo, pero los hijos correspondían al lugar del padre.