31 de julio de 2013

HISTORIA DE BARADERO 9° PARTE

Historia de Baradero

Estructurada la Reducción y formada la villa, se le llamó a Baradero: Pueblo de indios de Santiago del Baradero. Así fue conocido y así lo inscribió el Obispo don Cayetano Marcellano y Agramont en la primera hoja de los libros parroquiales cuando llegara a esta incipiente población el 26 de junio de 1756 blasonándola como vice pa­rroquia a la iglesia y curato que la componía. Los hispanos no se conformaban con este aditamento, querían que el lugar fuera subrogado a dominio de la Corona, es decir, pueblo de españoles. Sin embargo, tuvieron que pasar más de una centuria y décadas antes de revenirlo, pese a las reiteradas reclamaciones a la Diócesis de Buenos Aires. Habiendo ocurrido la visita pastoral el 19 de octubre de 1779 del Obispo Doctor don Sebastián Malvar, una vez más se afanan los ibéricos para permutar su denominación de pueblo de indios a pueblo de españoles. La conferencia resultó fructífera. Monseñor Malvar asintió a los pensamientos de quienes a su consejo se acercaron y expusieron y, el mismo prelado, en concienzuda nota al Virrey don Juan José de Vértiz y Salcedo, fechada en 19 de junio de 1780. al respecto se explaya y propone ¡a división de parro­quias que serían: Baradero, San Pedro. Arrecifes y Pergamino: refiriéndose a la primera de las nombradas, expresa:
La iglesia del Baradero está erigida en parroquia; pero por causa de/ río de Arrecifes, y razones expresadas deben ser sus términos distintos de ¡os que eran antes; y serán desde el río del Arrecifes hasta la cañada honda y desde la costa del Paraná, hasta la estancia de los padres betlemitas… (con la) Cañada honda, la que reincorporada al distrito del Baradero de donde ya fue desmembrada será de este curato regular: y se adelantará mucho, y será grande el pueblo aboliendo e! nombre de Curatos de indios subrogándole el de Españoles con lo que se evitarán varios desórdenes, que actualmente sucede, además que los pocos indios que hoy se conservan en aquel paraje o son transmigrados de Santiago del Estero, Misiones, y otras partes o mulatos del partido de los Arroyos, todos los que son incapaces de alimentar cura, y por otra parte los españoles habitantes en aquel paraje quieren hacer parroquia, siempre que a la misma se le saque el nombre de parroquia de indios con los que normalmente quedaría abolido el pueblo de indios como lo está en el día el de los calchaquí en la jurisdicción de Santa Fe, que no pudiendo ellos solos conservar cura quedaron sin él, y se agregaron al de Coronda.
El Baradero pues deberá quedar curato de españoles y los indios respecto a que no son ya naturales, no podrán pretender preferencias de asientos en la iglesia a los españoles, ni en las procesiones, y más funciones públicas, ni se llamaría iglesia de indios, sino de españoles, y si a V.E. le pareciera conveniente abolirá también el nombre de Alcalde de Indios haciendo que todos queden sujetos a la justicia ordinaria, y que puedan poblar allí los que quieran.
La solicitud del que fuera objeto el Obispo Malvar venía ratificada por un acon­tecimiento anormal que ocurría en la villa la que se encontraba en esos momentos sin un freno a sus desenfrenos morales, tales como un Corregidor Español, el que se solici­taba, o un Alcalde de Indios, que se encontraba prófugo por un homicidio cometido y sentenciado a una pena capital. Corregidor era en la antigüedad un magistrado, especie de gobernador que tenía facultades amplísimas de administración y judiciales.
Los indígenas primitivos, los fundadores, por anacronismo de más de un siglo desde aquella vivencia milagrosa, habían desaparecido, en la fecha se encontraban sus sucesores y los emigrados de otras provincias. Carentes de autoridad e inclinados a la vagancia, a la holgazanería y a los vicios del juego, la mayor parte de ellos, la población mostraba un aspecto convulso en sus dirigencias; un caos reinaba. Los habitantes, sin guía ni justicia por la que se rigiera, recorrían los senderos ociosos y plenos de llagas putrefactas que inmunizaban sus rectos pasos y sus espíritus nublados no diferenciando el bien y el mal, valorando ellos esta postrera acepción más que a la bondad de sus posturas.
Seguidamente hemos de reproducir tres importantes testimonios donde se de­manda urgentemente la imposición de un corregidor Español para desviar el rumbo equivocado de los indios díscolos y desobedientes realizando sus operaciones arbitra­riamente contrarias a las buenas costumbres. Primeramente es la palabra señera y confiable del doctor don Juan Francisco de Castro y Carreaga, cura y vicario interino del Pueblo del Baradero. quien confiesa trémulo y dolido esa situación anómala imperante.
Buenos Ayres, mayo 16 de 1760.
Vista al abogado fiscal.
Excelentísimo Sr. Virrey.
El doctor don Juan Francisco de Castro y Carreaga, cura, y vicario interino del Pueblo del Baradero doi parte a Vuestra Excelencia del total desamparo, en que se halla este pueblo en orden a quien administre justicia. A esto me mueven los frecuentes notables desórdenes, que experimenta dicho pueblo con notable perjuicio de ambas Majestades. Por que ni yo puedo hacer cumplir la Ley de Dios a muchos díscolos, para quienes es necesario el brazo de la Justicia, ni esta hace su deber en lo político, por fallar un sugeto, que la reparta con la equidad, que se requiere para el servicio de Dios, y respeto del rey.
Sucede, Señor Excelentísimo, que días pasados hizo aquí una muerte el mismo que citaba con la vara de Alcalde, y fueron sus amigos los mulatos del pueblo (que indios ya no los hay), que quisieron poner en sus manos el govierno, para que siendo un pícaro como ellos, no zele la honra de Dios, ni haga servicios a la Justicia, castigando sus maldades.
En fin Sr. Excelentísimo en esto de muertes no me intervengo, porque no me compete, y supongo a Vuestra Excelencia bien impuesto en el porque. Por lo que a mi me toca por razón de mi Pastoral oficio suplico a Vuestra Excelencia se digne proveer un Juez Español el qual sea vecino del partido, para que mantenga en quietud, este Pueblo, que a la verdad es un conjunto de Bandoleros, apadrina­dos con los fueros usurpados de Pueblo de Indios. Y porque Vuestra Excelencia tenga masa mana los sugetas aptos para este ministerio halla según Dios, que los ~ que pueden ser nombrados para este restablecimiento son los siguientes: Dn. Jus­to Sosa, Dn. Melchor Pinto, y Dn Josef Martínez. Estos Señor Excelentísimo son sugetos en quienes he reconocido la independencia, el zelo, la gravedad, y demás circunstancias, que sino fueran importantes estos Vuestra Excelencia determine otro, u otros, que le parecieren más al intento Mi fin solo es, como llevo dicho, la honra de Oíos, y de nuestro Monarca que Dios guíe y a Vuestra Excelencia muchos años.
Baradero y mayo 16 de 1780
Excelentísimo Señor
DR. JUAN FRANCISCO DE CASTRO Y CARREAGA
Enterados que hemos sido de la forma desordenada y confusa en que se estaba viviendo, vaya la descripción de un delegado del Virrey Vértiz que convivió en el re­ducto por espacio de cinco meses auscultando los más mínimos detalles de esa sociedad para su transmisión escrita y minuciosa a Su Excelencia. El señor don Gavino Díaz y Navarro pone todo su énfasis en dar crédito a las frases emanadas del clérigo y aconse­ja, asimismo, el establecer una potestad hispana para sanear y controlar en justicia el modus vivendi de los naturales.
Buenos Ayres 19 de Diziembre de 1780
Excelentísimo Señor Virrey.

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